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Estoy a la orilla del mar, me pierdo entre los recuerdos, con tres barcos sin zarpar, y a lo lejos un velero ¿qué carga han de llevar? ¿cuántos besos pasajeros? se impone su inmensidad, transmite cantos eternos imaginando un quizás, un adiós o un hasta luego. Es ahí, donde tú estás, cada ola es un espejo, es sentir su intensidad, es mirarte desde lejos, es tocarlo, sin tocar con amor, respeto y miedo y al quererlo acariciar, se confunde con mi cuerpo Yo soy como la gaviota, que baja a tomar la sal que se revuelve en sus aguas para después volar, y en cantos de agua salada de algas y de coral viste hermosa sus alas para poder coquetear, entre la brisa y la espuma con un "te quiero", del mar. Héme aquí en la nostalgia entre la brisa y la faz de la verdad infinita, del espacio, en que no estás entre el recuerdo de amarte entre la arena fugaz que se impregna en los poros y se confunde sin más con la esperanza de darse fundiéndose en un quizás. Son las huellas que se forjan entre aquí y más allá estandarte que refleja el amor en majestad sal eterna que confunde que se plasma, que se funde, son cantares, caracolas, que en tí vibran, se transforman el vacío de tenerte, ese espacio en que no estás, con la entrega de aquel vientre que se pierde, que se siente en el tiempo de tu cuerpo que se funde sin juntar. Y es quererte sin tenerte es buscar donde no estás, un te quiero, fiel, latente, que se enjuaga de coral, con el pelo entre la arena, y las manos de ansiedad se busca en el horizonte, espera verte llegar no sé si llegará el día no sé si tú vendrás, es la entrega, la agonía, es la furia sin calmar, de los labios que musitan tu nombre sin nombrar y entre la arena confunde las huellas, que quizás,. dejaste al pasar. Colaboración de:Rossana Salinas |
